La revancha de los deplorables
JUAN IGNACIO BRITO, Profesor de la Facultad de Comunicación e investigador del Centro Signos de la Universidad de los Andes
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Juan ignacio Brito
Resulta indiscutible el avance global de la derecha nacionalpopulista. En Estados Unidos, Donald Trump navega hacia un muy probable nuevo mandato, mientras los demócratas y quienes apoyan a Joe Biden descubren recién lo que las encuestas y la realidad les venían gritando hace rato: el actual Presidente no está capacitado para un nuevo período en la Casa Blanca. En la UE, tras su avance en las elecciones para el Parlamento, los nacionalpopulistas se consolidan por primera vez como la primera fuerza política en Francia, donde tienen opciones de llegar a formar gobierno.
La reacción ante este fenómeno continúa siendo una mezcla de histeria y desdén. El pánico que se apoderó del progresismo norteamericano probablemente le ha hecho más daño a la candidatura de Biden que su débil desempeño en el último debate.
“El problema para los cosmopolitas progresistas es que hoy están jugando a la defensiva frente al alza de partidos como el francés Reagrupamiento Nacional, los Hermanos de Italia o Alternativa por Alemania”.
Desde que en 2016 la candidata Hillary Clinton llamó “deplorables” a los votantes de Trump, los liberalprogresistas han preferido descalificar a quienes sufragan por sus rivales nacionalpopulistas antes que atender sus reclamos e inquietudes. Poco ayudan palabras como las del parlamentario Benjamin Griveaux, exvocero del Presidente Emmanuel Macron, quien señaló hace un tiempo que las personas que “fuman y conducen autos diésel no son la Francia del siglo XXI”. El quiebre entre dos sectores cada vez más distantes queda también en evidencia con las declaraciones del eurodiputado francés Raphaël Glucksmann, quien ha dicho que “cuando voy a Nueva York o Berlín, me siento más en casa, hablando en términos culturales, que cuando voy a la Picardía”.
El problema para los cosmopolitas progresistas es que hoy están jugando a la defensiva frente al alza de partidos como el francés Reagrupamiento Nacional, los Hermanos de Italia o Alternativa por Alemania. En Europa Central, estos grupos ya ocupan el Gobierno en países como Hungría y Eslovaquia. También poseen cuotas de poder en Polonia, República Checa y Austria. Pese a que sufrirán un retroceso esta semana en Gran Bretaña, consistentemente estas agrupaciones capturan nuevos segmentos del electorado.
Mientras Trump atrae cada vez más a mayor número de votantes de raza negra e hispanos, Alternativa por Alemania consiguió en las europarlamentarias más votos entre los jóvenes que el Partido Verde, miembro de la coalición de Gobierno.
En lugar de tomar medidas correctivas, los partidos y líderes liberalprogresistas están en negación. El mejor ejemplo es la torpe apuesta de Macron, quien creyó que llamando a comicios anticipados podría desactivar el auge de Reagrupamiento Nacional. Fracasada esa vía, aAhora el macronismo intenta una alianza de urgencia con la izquierda populista de la Francia Insumisa, en una actitud que equivale a salir del fuego para caer en las brasas.
En lugar de estrategias riesgosas, sería más recomendable adoptar un cambio de actitud. Hay quienes ya lo están pidiendo: Ariane Mnouchkine, la gran directora teatral y destacada figura del progresismo cultural francés, ha reconocido que “nosotros en la izquierda y en el mundo de la cultura hemos defraudado a la gente. No quisimos escuchar sus miedos y ansiedades. Les dijimos que eran tontos y, cuando insistieron, los llamamos bastardos. Ahora nuestros compatriotas están enojados con nosotros, con nuestro narcisismo, nuestro sectarismo y nuestras negaciones”.